Ahora que me dejaste te observo,
queriendo ingresar al retrato,
que nos muestra en aquel parque
riendo como chiquillos.

Ahora que me dejaste, te observo,
y me convierto en tu siervo,
pues quedó mi frente marcada
de tanto apoyarla al vidrio
esperando tu llegada.

Ahora que me dejaste, te observo,
a un costado de mi alma,
donde guardo aquellos tesoros
que sobreviven enhiestos
a los huracanes del tiempo.