Miguel Florentin

El faro del vigía
Cómo es que se va un barco?
Cuéntame mujer….amada mía.
Si al despegarse del muelle nos arranca
a pedazos, este amor que beso a beso construimos?
Como es que se separa
de la madera ardiente,
si tus ruegos se lo impiden
y tus manos lo sujetan?
(Un sollozo leve, siento que se agita
debajo de tu piel, que es la piel mía.
En el postrer adiós en la neblina,
y en el último beso allá…en la orilla.)
Te aferraste a mi nave con tanta bravura!
que llegué a temer que entre tus dedos queden,
partes rotas del velamen y la arboladura,
de la misma forma que mi alma en añicos,
ya estaba hacía tiempo, a tus pies rendida.
Con un crujir de cien tablas he partido.
Quejumbroso ruido de maderas,
que al mirarme adentro, noté que era
mi propio corazón, mi corazón herido.
Oh hiriente sirena lastimera!
que soltando los vapores aullaba,
con un dolor sordo en la mañana,
que durante un largo momento yo confundía,
mi propio yo, con mis lamentos de agonía.
Volví veloz, recuerdo de aquel viaje.
Tan rápido puse rumbo hacia tu puerto,
que cuando creí ver el faro del vigía,
apunté mi proa sin saberlo,
directo hacia tus ojos y al brillo que me guía.