Miguel Florentin
La dama de Londres
En una calle de Londres
cortando en dos la neblina,
iba veloz una dama
irradiando adrenalina.
No caminaba…os lo juro,
corría…o casi volaba,
y al tropezarse conmigo
ni siquiera dijo lo siento.
En la esquina más apartada,
la de la luz mortecina,
por las cosas de la prisa,
deja caer una nota.
La vi al instante siguiente
y rápido revisé la misiva,
para leer sin permiso,
el poema, desde el piso.
“Hoy…a veintitantos del corriente:
soy feliz, más feliz que nunca,
pues recién –cuando lloraba-
me sorprendió esta corta esquela,
del único amor de mi vida.
¡Pero si era sólo ayer
que yo quería morirme!
pues las heridas que tengo
parecieran no curarse.
Y en el amanecer de este día
me llega el mensaje divino,
-ven a mi!! me dice mi amado.
-sube a mi barca en el muelle.
Y si acaso adeudo mil noches,
con creces te las devuelvo. !!
Y yo…que quería morirme
hoy, deseo vivir dos veces!!
