Miguel Florentin
Carta número 2
A bordo. Latitud 34 N y longitud 59 grados W
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Carta a mi amada
TU...Amas de una manera extraña.
La sangre del corazón, esa que asusta cuando desborda, y cuando arrasa, tumba a los escépticos habitantes de los senderos románticos. Esa sangre de la que todos huyen para no pasar por el tremendo examen que los amores siempre exigen, esa sangre de Anita Garibaldi, que nadie quiere usar porque es demasiado carga sobre los hombros del ya sobrecargado corazón...tú la usas con total naturalidad.
Y se nos ocurre, a los duendes y a mí, que es porque me amas.
Pero no con el amor que pulula en el ambiente, no aquel fruto alcanzable en cada árbol, no. Me amas apoyando el alma en terciopelo. A tal punto lo haces, que en mis enfurecidas noches de tormenta temperamental, en las cuales vocifero usando verbos que son lanzas de punta envenenada, te pones en frente mío sonriendo y con delicada maniobra de amazona te haces a un lado dejando pasar el ataque, para darme un sonoro beso en vez de enojo.
Y con eso gano yo. Ganas tú. Y explota el universo por la paz lograda. Una vez más...al amparo del techo de estrellas que todo amor tiene cuando viene de lejos. De las remotas tierras de la adolescencia.
Tan remota ya, que si alguien quiere destruirte, tendrá que buscar debajo de diez capas de tierra endurecida, las fuertes raíces que a tu árbol sostiene.